jueves, 8 de octubre de 2009




Miramos algunos aspectos de la ciudad y su arquitectura en el cambio de siglo XVIII - XIX y las ideas del grupo rivadaviano que se materializaron en las dos obras más representativas del período: el Pórtico de la Catedral Metropolitana y la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces.
Empezamos retomando un tema planteado la otra clase: la influencia de la Academia en América a través de tres importantes profesionales que trabajaron en México, Santiago de Chile y el Río de la Plata, respectivamente Manuel Tolsá, Joaquín Toesca y Tomás Toribio. Les adjunto en primer término la vista de la iglesia de San Francisco de C. E. Pellegrini del álbum de 1841 realizada probablemente sobre un dibujo de 1835 que representa la calle Defensa y Alsina. La fachada del templo, de líneas neoclásicas (a partir de la enseñanza en las Academias como vimos ayer), corresponde al plano hecho por Tomás Toribio en 1808. Fue totalmente modificada en 1901.
La historia de la Catedral Metropolitana es larga e intensa. Cité un texto de Fray Pedro Carranza tomado de una carta que le dirigió al rey el 4 de marzo de 1621 donde le contaba "[...] tan indecente (el edificio de la Catedral) que en España hay lugares en los campos de pastores y ganados más acomodados y limpios. En ella no hay sacristía sino una vieja, corta e indecente de cañas, lloviéndose toda, con suma pobreza de ornamentos, que ni casulla ni capa frontal hay para celebrar los oficios divinos, ni libros ni órganos para cantar. El Santísimo Sacramento está en una caja de madera tosca y mal parada, una capa vieja o dos y un mal frontal. No hay tablas sino cañas en el techo con cantidad de nidos de murciélagos, todo lleno de polvo y un retablo viejo de lienzo, y sin coro, ni cosa que huela a devoción ni decencia. [...]"
En 1692 se confeccionaron los planos cuyas copias se conservan en España y sobre ese edificio Bianchi y Primoli definieron la fachada, demolida en 1778 cuando se rehace el interior (el actual) según el proyecto de Antonio Masella. La Catedral quedará "sin fachada" durante tres decenios y así la muestra la acuarela de J. E. Eliot o Egiot, probablemente algún oficial inglés que estuvo en Buenos Aires durante las invasiones de 1806 - 1807. Muestra la situación del frente tapiado y las grandes torres demolidas.
En 1821 un decreto emanado del gobierno rivadaviano va a dar inicio al Pórtico que actualmente constituye la fachada del edificio. En el texto del decreto comunica las claves simbólicas que se le quieren dar a la nueva fachada. Fernando Aliata en la tesis doctoral que presenté en clase transcribe el decreto:

“Cuando la patria se prepara a dar una prueba sin ejemplo de su reconocimiento al ejército que ha conquistado la independencia; y cuando colocada en su más digna aptitud se ocupa de garantir a todas las clases el fruto de esa misma independencia, la libertad y la civilización; el gobierno cree que para perfeccionar esta obra inmortal debe contraerse a patentizar los sentimientos de gratitud y gracias que rinde a la protección que la Divina Providencia se ha dignado acordar a este país. “

Es decir que el pórtico deberá ser según sus impulsores un monumento celebratorio de gratitud a la Divina Providencia por las victorias alcanzadas y el reconocimiento al ejército de la Independencia, una acción de gracias por esa Independencia que garantizará de ahora en más la libertad y la civilización.

Les adjunto un dibujo de Pedro Payró con la "obra gruesa" del Pórtico que data de 1846.

1 comentario:

  1. Hola, Quería saber más datos del dibujo de Pedro Payró, y datos sobre el autor. Muchas gracias!

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